domingo, marzo 01, 2015

Abraham: Sólo el que confía, sabe esperar.

Este singular escrito no es de mi autoria, tiene un contexto religioso (puede que te agrade, puede que no, en lo personal a mi me agrado). Hay muchas personas que dicen que no es posible esperar (lo he oido muchisimas veces). Soy de los que sostiene que si es posible, todo es cuestion de paciencia y de siempre tener claro que se quiere, ya que saber esperar es clave para cosas grandes. Mientras esperas, probablemente la vida te ponga todo tipo de pruebas y demas para que caigas (y dejes de esperar) o para que aprendas que la espera tenia que enseñarte algo adicional en el camino (asi es, no importa si eres joven, adulto o viejo, todos los dias se aprende algo nuevo)

Aqui vamos...


Te presento a Abraham

Abraham era un hombre muy rico, con una gran familia. Vivió en el siglo XX antes de Cristo (hace 4000 años). Al final de sus días recibe una llamada de Dios que le dice que salga de su tierra para dirigirse a una tierra que le promete, porque quiere hacer un gran pueblo a partir de él. “Dios dijo a Abraham: «Vete de tu tierra, y de tu patria, y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré. De ti haré una nación grande y te bendeciré. Engrandeceré tu nombre; y sé tú una bendición. Marchó, pues, Abraham, como se lo había dicho Dios, y con él marchó Lot. Tenía Abraham 75 años cuando salió de Jarán. Tomó Abraham a Saray, su mujer, y a Lot, hijo de su hermano, con toda la hacienda que habían logrado, y el personal que habían adquirido en Jarán, y salieron para dirigirse a Canaán. Llegaron a Canaán”»(Gn 12)

Le prometió Dios una gran descendencia de hijos que poseerían esa tierra fértil y buena a la que se dirigía, pero al cabo de unos años, Abraham seguía sin hijos y sin tierra. Se lo dijo a Dios: “No tengo hijos ni la tierra que me prometiste”. El Señor le respondió: “Y sacándole afuera, le dijo: «Mira al cielo, y cuenta las estrellas, si puedes contarlas.» Y le dijo: «Así será tu descendencia.» Y creyó él en Dios, el cual se lo reputó por justicia.” Así, Abraham se fió de Dios y le dio gracias. Pero pasaban los años y seguía sin tener un hijo. Su mujer ya era muy mayor y no era fértil. Todo indicaba que no tendría ningún hijo. Le costaba confiar en Dios: “Abraham cayó rostro en tierra y se echó a reír, diciendo en su interior: ¿A un hombre de cien años va a nacerle un hijo?, ¿y Sara, a sus noventa años, va a dar a luz?”. Su vida parecía un fracaso. Pero él seguía confiando en Dios y por eso esperaba que se cumpliese lo que le había prometido, aunque no sabía cómo se podría realizar.

Al cabo de unos años, en plena vejez, Dios le anunció que tendría un hijo. “Concibió Sara y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el plazo predicho por Dios. Abraham puso al hijo que le había nacido y que le trajo Sara el nombre de Isaac.”. Cuando todo parecía que estaba arreglado, Dios le pide más: “Después de estas cosas sucedió que Dios tentó a Abraham y le dijo: «¡Abraham, Abraham!» El respondió: «Heme aquí.» Le dijo: «Toma a tu hijo, a tu único, al que amas, a Isaac, vete al país de Moría y ofrécele allí en holocausto en uno de los montes, el que yo te diga.»”. A pesar de que su hijo era la ilusión de su vida, y en el que había puesto todo su corazón, se fía de Dios y hace lo que le pide. No pierde la esperanza porque confía plenamente en Dios. Una vez en lo alto del monte, se disponía a sacrificar a su hijo único, entonces le llamó el Ángel de Yahvé desde los cielos diciendo: ¡Abraham, Abraham!» El dijo: «Heme aquí.» Dijo el Ángel: «No alargues tu mano contra el niño, ni le hagas nada, que ahora ya sé que tú eres temeroso de Dios, ya que no me has negado tu hijo, tu único.»”. Y Dios le bendijo: “«Por mí mismo juro, oráculo de Yahvé, que por haber hecho esto, por no haberme negado tu hijo, tu único, yo te colmaré de bendiciones y acrecentaré muchísimo tu descendencia como las estrellas del cielo y como las arenas de la playa, y se adueñará tu descendencia de la puerta de sus enemigos. Por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra, en pago de haber obedecido tú mi voz.»” (Gn 22)

De Isaac nació Jacob y de él todo el pueblo de Israel. Del pueblo de Israel nació Jesús, el hijo de Dios, y por la fe en Jesús nacemos todos los cristianos. Se ha cumplido la promesa hecha a Abraham. Los cristianos, una multitud de todos los tiempos que brillan en el mundo como estrellas en la noche, los hijos de Abraham.

¿Por qué ante una cosa que ya parecía imposible Abraham sigue esperando que ocurriría?
¿Por qué se le llama a Abraham “nuestro padre en la fe”?

Es un testigo del amor de Dios y quiere llevarte hasta Él

a) Vocación cristiana:

Dios nos llama desde antes de nacer a vivir en amistad con Él. Ha pensado en nosotros desde siempre y se fija en nosotros, y nos sigue y no nos deja de lado. Está siempre con nosotros, y espera de nosotros que vivamos con Él como un amigo. Nuestra vocación es a la santidad: a ser amados y corresponder a ese amor de Dios. Esa relación se consolida en el Bautismo y ha de crecer poco a poco a través de la oración, los sacramentos y la vida de fraternidad. Esa amistad se vive de muchas maneras. Da igual que seas estudiante, trabajador, jubilado, astuto o sencillo, brillante o mediocre, simpático o tímido. A todos nos busca Dios para que seamos amigos suyos.

b) La vocación de Abraham:

Es la primera llamada de Dios a entrar en amistad con el hombre. Fué el primero que respondió generosamente y por eso se le llamó AMIGO DE DIOS. Primero Dios le llama a que salga de su tierra y le siga. Le promete grandes cosas, porque Dios da el ciento por uno. Abraham escucha todo lo que Dios le dice y no duda de su palabra. Aunque parece que las cosas no salen como él esperaba, sin embargo sigue confiando en Dios y por eso espera el cumplimiento de sus promesas. Sólo se desespera el que no confía ya en nadie. Pero quien tiene un amigo que sabe que le puede ayudar, no pierde la esperanza. Abraham tenía un amigo fiel y por eso no tenía miedo. Confió en Dios y Dios le colmó de bendiciones.

c) Mi vocación

Abraham se fió de Dios y le respondió generosamente, ¿por qué respondió así a lo que Dios le pedía?¿Confío yo también en Dios de manera que no me siento solo?
“A todos los que esperan se puede aplicar lo que dijo S. Pablo de Abraham: creyó, esperando contra toda esperanza (Rom 4, 8). Diréis todavía

«¿como puede suceder esto?» Sucede porque se aferra a tres verdades: Dios es omnipotente, Dios me ama inmensamente, Dios es fiel a las promesas. Y es El, el Dios de las misericordias, quien enciende en mi la confianza; por lo cual yo no me siento ni solo, ni inútil, ni abandonado, sino implicado en un destino de salvación que desembocara un día en el Paraíso” (JUAN PABLO I, Aloc. 20-IX-1978).
A veces Dios parece que está muy lejos, y que no nos habla, ¿qué nos enseña Abraham sobre Dios?¿Me doy cuenta de que Dios no me deja, sino que me acompaña y me habla?
“Nuestro Dios no nos pierde de vista, como una madre que está vigilando al hijito que da los primeros pasos. «Abraham, dice el Señor, anda en mi presencia y la hallarás en todas partes». Cuán consolado queda un cristiano, al pensar que Dios le ve, que es testigo de sus penalidades y de sus combates, que tiene a Dios de su parte.” (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el Corpus Christi).